Supertivolino. Seguro que esa palabra es muy familiar para los malagueños, pero para aquellos que no lo sepan, el documental ‘TÍVOLI’ explica su significado. En 1972 el danés Ben Olsen inauguró en Málaga, concretamente en Benalmádena, el parque de atracciones y espectáculos Tívoli, inspirado en el Tívoli Garden de su país. Era el primer parque de esta índole de la Costa del Sol y el segundo de España, lo que lo convirtió en un gran referente turístico e incluso cultural. Por sus escenarios han pasado artistas como Alejandro Sanz, Isabel Pantoja o Rocío Jurado. Hay quienes decían que para triunfar tenías que actuar en Tívoli. Pero en sus más de 50 años de historia no todo han sido éxitos.
“La idea del documental surge en el 50 aniversario del Parque de Atracciones Tívoli, en 2022, en un momento complicado para el parque”, explica Sergio Rodrigo a la agencia de noticias Málaga Actualidad. El recinto permanece cerrado desde septiembre 2020 y sus trabajadores reclaman una subrogación.
Desde hace tres años los trabajadores de Tívoli, protagonistas del documental, realizan labores de mantenimiento y de seguridad. Para Juan Carmona, técnico de sonido del parque durante más de 30 años, no es solamente un trabajo. “Tívoli lo es todo, -expone- me ha ayudado a darle significado a la palabra diversión”. El director cuenta que esta historia le ha superado por la dedicación que muestran los empleados al parque: “la perseverancia es una de las virtudes de la humanidad y siempre la hemos encontrado en lugares hostiles, nunca en un lugar de magia, de alegría. Es un parque hoy cerrado, pero no abandonado”.
Para Juan el cierre del parque fue una gran sorpresa, pero se muestra positivo ante la situación y siente que este no puede ser el fin del parque. “Yo considero que las nuevas generaciones tienen el derecho de conocerlo”, expresa Carmona.
La producción de este documental, como comenta Rodrigo, ayuda a dar visibilidad. “Creo que pueda ser una herramienta para que la gente se conciencie”, explica. Por su parte, el técnico de sonido del recinto asegura que ayuda a que las personas estén bien informadas y lo califica de “gran escaparate”.
Sergio Rodrigo y Lucía Muñoz son los directores del documental. Malagueño y cordobesa representan dos provincias para las cuales este espacio de ocio ha tenido especial importancia y cada uno aporta una visión distinta de lo que simboliza.
El largometraje se presentó ayer en el 27 Festival de Málaga y es que, como narra su director, está hecho para presentarse en él, “en su casa”. El malagueño valora de forma positiva la respuesta que ha tenido la pieza audiovisual. “El Tívoli no era ni de los trabajadores, ni de los propietarios, era de todos”, relata.
Para la elaboración del documental han contado con la participación de multitud de familias que conservaban vídeos grabados en el parque. Rodrigo relata que ha sido realmente fácil conseguir que las personas colaborasen en las tareas de documentación: “alrededor de 30 familias han participado en este documental con sus archivos familiares y al final son unas pocas menos las que salen”.
Si antes se mencionaba el supertivolino, otro de los sellos de identidad del parque era su sintonía. Juan era el encargado de hacer sonar la canción de Tívoli y por tanto el responsable de que quienes lo visitaban saliesen tarareando la melodía. El técnico cuenta que eran más de 50 las veces al día en las que se escuchaba la música.
Para Sergio Rodrigo los mejores recuerdos en este lugar fueron con su familia: “el hecho de estar todos juntos en el coche hasta llegar al Arroyo de la Miel, que parecía estar a un mundo de distancia, para mí era el mejor momento”. También comenta que este último año ha sido inolvidable por haber conocido a gente como Juan, quienes son el “verdadero alma de Tívoli”. Juan relata que ha borrado de su memoria muchos momentos de su infancia pero no se le olvida su primera experiencia en Tívoli. “Mi primer recuerdo fue montado en un burro encaminándome hacia el Twister sin control alguno”, revela.
Ellos confían en volver a abrir las rejas del parque y que los niños, y no tan niños, esperen de nuevo impacientes la cola para ponerse su supertivolino y echen a correr para disfrutar de las atracciones mientras Juan pone la música que nos traslada a tantos recuerdos.
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